La adolescencia es un periodo en el que se producen cambios a todos los niveles: físicos, hormonales, emocionales, sociales… Los jóvenes se enfrentan a múltiples decisiones que condicionarán su vida de cara al futuro en el terreno de las relaciones, de la elección de sus futuros estudios y trabajos…
Un adolescente con una autoestima desarrollada se encontrará más capacitado para afrontar esos cambios y decisiones. Al tener confianza en sí mismo, experimentará los cambios como parte de su proceso de aprendizaje y desarrollo de habilidades. Además, su confianza le permitirá enfrentarse a las decisiones conociendo sus cualidades y limitaciones, responsabilizarse de las consecuencias y luchar por el triunfo.
Por el contrario, un adolescente con baja autoestima verá estos cambios como una amenaza y los vivirá con miedo. Esto puede paralizarle a la hora de tomar decisiones y conducirle al fracaso y a una reducción aún mayor de su autoestima.
Estos jóvenes con baja autoestima, al no estar seguros de sí mismos, sienten además la necesidad absoluta de obtener la aprobación de los demás, especialmente de su grupo de amigos o compañeros. Esto puede llevar al adolescente a adoptar el aspecto físico, las normas de conducta, las actividades y la escala de valores de su grupo de referencia como si fueran propios, anulando por completo su identidad. Dependiendo de la escala de valores de ese grupo, el adolescente puede acabar cometiendo actividades delictivas o peligrosas para sí mismo (alcohol, drogas…) sólo para conseguir la aprobación de los demás, aunque esas actividades no sean correctas para él según sus propias creencias.
Sólo un joven orgulloso de sí mismo y de sus valores, que no tema decir lo que piensa y siente y que sepa luchar por lo que cree, tendrá la fuerza necesaria para anteponer sus deseos reales a la presión que pueden ejercer sus compañeros. Es decir, una alta autoestima protege al joven de la manipulación del grupo y le permite desarrollarse como individuo. Michal Neuvirth Womens Jersey