La susceptibilidad exagerada dificulta que la persona pueda mantener unas relaciones interpersonales satisfactorias. Sus habilidades de empatía y comunicación suelen estar mermadas y su manera de comportarse con los demás suele ser recelosa, cerrada y agresiva. Mientras no se mejoren las habilidades sociales de la persona y sus capacidades de comunicación con los demás, será muy difícil superar el problema. Las principales áreas que deben tratarse son las siguientes:
- Comprensión: Las personas susceptibles suelen ser intolerantes y excesivamente exigentes con los demás. No toleran fallos ni excusas y no se paran a comprender las razones de los demás. Directamente asumen que la gente hace las cosas para fastidiarles, burlarse de ellos o hacerles daño. Deben aprender a ser menos rígidos y más tolerantes con los demás y a comprender a la gente que les importa.
- Escucha: Las personas susceptibles no escuchan. Ellos ya han hecho su interpretación de los hechos y no prestan atención a lo que los demás les están diciendo. Por ello deben practicar actividades de escucha activa: hacer preguntas, dar tiempo a que el interlocutor se explique, animarle a hablar, demostrar interés y, sobre todo, hacer un esfuerzo por escuchar de verdad a la otra persona y comprender lo que está diciendo.
- Empatía: Las personas susceptibles no son capaces de ponerse en el lugar de los demás e imaginar cómo se sienten. Deben aprender a salir de sus rígidos esquemas de pensamiento e intentar ver la vida como lo hace el otro.
- Confianza: Hay que cambiar el pensamiento de que los demás son malas personas que sólo tratan de hacer daño. Aunque resulte difícil, hay que intentar pensar que los demás son buenas personas e intentar darles una oportunidad.
- Perdón: Las personas susceptibles suelen ser rencorosas y vengativas. Atesoran las afrentas pasadas, ya sean reales o imaginarias, para utilizarlas cuando puedan necesitarlas, ya sea para echar cosas en cara, hacer sentir culpable a la otra persona, ganar alguna discusión… Hay que aprender a afrontar el pasado y perdonarlo. Si hay cosas en el pasado que siguen resultando dolorosas, podría ser beneficioso hablarlo con la persona implicada, intentando no culpabilizar, para intentar encontrar una solución.
- Comunicación: La persona susceptible debe aprender a hablar con los demás sobre las cosas que le han dolido y ofendido. Si es capaz de comentar esos sentimientos con la otra persona, encontrará que muchas veces esas ofensas han sido tan sólo malas interpretaciones y que no pretendían dañarle.
