La susceptibilidad hunde sus raíces en la infancia. Los adultos susceptibles fueron niños sometidos a unos altos niveles de exigencia. Los padres de esos niños se han creado un ideal de lo que ese niño debe ser, sin importar si el niño posee las características necesarias para poder llegar a ese ideal y se han encargado de hacerle saber que ése es el mínimo necesario que el niño debe cumplir.
Los padres de estos niños, además de exigirles demasiado, no suelen premiar ningún logro del niño. Para ellos que el niño triunfe en algo es lo normal, lo mínimo que su hijo debe conseguir. Por ello, el niño crece sin ser reforzado y aprenderá a no esperar los elogios y los premios de los demás, a pesar de desearlos con todas sus fuerzas. Además de no premiar, los padres de niños susceptibles suelen castigar duramente que el niño no llegue a las expectativas marcadas.
El problema de estos niños es que no se sienten aceptados dentro de su familia por ser quienes son, que no se saben valorados y amados por sus padres de manera incondicional. El amor de sus padres está condicionado a que consigan llegar a los objetivos, lo que les produce una gran inseguridad y miedo a ser rechazados. Todo esto conducirá a que desarrollen una autoestima baja, que su nivel de autoconocimiento sea muy escaso (ya que deben esconder sus limitaciones) y que no se sientan integrados, respetados ni queridos. Esta relación dentro de la familia acabará generalizándose a todas las personas que vaya conociendo.
El niño susceptible será cerrado y receloso, no soportará las bromas y estallará en accesos de llanto o de agresividad con frecuencia. Será perfeccionista en sus trabajos en el colegio pero no conseguirá trabajar en equipo de forma aceptable y es posible que se encuentre aislado de sus compañeros. Jimmy Graham Authentic Jersey