Una de las cualidades que más pueden ayudarnos a desarrollar una autoestima equilibrada es la asertividad. Consiste en saber decir sí o no en el momento adecuado, reconocer y expresar los sentimientos, tomar decisiones, actuar sin ser agresivo con los demás y hacerse responsable de nuestra conducta y sus consecuencias. Una persona asertiva tendrá una autoestima fuerte y sabrá comportarse con los demás de forma adecuada, defendiendo sus derechos sin pasar por encima de los de los demás.
Dependiendo del grado de asertividad que poseen las personas podemos clasificarlas en diferentes tipos de comportamiento asertivo. Podemos encontrar personas inhibidas, incapaces de expresar sus sentimientos y defender sus derechos o agresivas, que sólo miran por sí mismos sin importarles pisotear los derechos de los demás.
Además del comportamiento asertivo, también trataremos otros conceptos que pueden ayudarnos a desarrollar nuestra autoestima, como la capacidad de independizarse. Las personas con baja autoestima pueden ser muy dependientes de las otras personas de su entorno y, al estar preocupados por su incapacidad para ser autónomos y ser responsables de resolver sus propios problemas, pueden sentir terror a la perspectiva de tener que vivir por sí mismos. Otro concepto importante es el aprender a estar solos, entendiendo por estar solo la capacidad de disfrutar de estar con nosotros mismos de manera sana y agradable sin caer en la depresión o el aislamiento.