Cuidarse a uno mismo, en los campos de la salud física, mental y aspecto físico, es una de las mejores maneras de demostrar el aprecio que debemos sentir por nuestra persona. Sólo tenemos un cuerpo y una vida y debemos hacer todo lo posible por desarrollarla de una manera saludable y que nos permita una existencia agradable y feliz.
El autocuidado debe ser una filosofía de vida. Debemos adquirir unos hábitos de vida saludables que sean cotidianos. No sirve de nada ponerse a dieta y hacer ejercicio un mes y al siguiente volver a un ritmo de vida sedentario en el que no cuidamos nuestra alimentación. De hecho, estos cambios de hábitos acaban resultando más perjudiciales que beneficiosos. Los hábitos saludables deben estar fundamentados en una creencia firme basada en nuestras experiencias de vida.
Hay una serie de estrategias que nos permitirán convertir el autocuidado en una práctica cotidiana:
- Desarrollar la autoestima: Quererse a sí mismo y creer que somos capaces de seguir unos hábitos de salud, nos ayudará a mantenerlos en el tiempo. Al estar más seguros de nosotros mismos, tendremos más control sobre nuestra vida y podremos motivarnos con más eficacia.
- Evaluarnos: Observar nuestros conocimientos sobre hábitos saludables, nuestras actitudes y capacidades y nuestro comportamiento en la práctica para poder diseñar un plan de acción
- Adecuarlo a ti mismo: Cada persona tiene unas características de edad, sexo, experiencias pasadas… Tu plan de cuidado debe ser adecuado a tu cuerpo y estilo de vida de manera realista. Algo que le ha funcionado a otra persona no tiene por qué funcionar para ti y no puedes pretender correr cinco kilómetros diarios de un día para otro si nunca has tenido un entrenamiento previo. Consulta con tu médico cuáles serían las estrategias de autocuidado adecuadas para ti.
- Cuida también tu mente: No basta sólo con cuidar nuestro aspecto y salud física. Debes buscar tiempo de ocio, actividades que te relajen y te hagan sentir bien, tiempo para las actividades sociales…